UN LEÓN SIN GARRAS NI DIENTES. LA ONU ANTE UNA CRISIS MUNDIAL.




Dirección de Derecho Internacional y Comercio Exterior

En mis días de estudiante universitario, siendo más exactos, un 26 de febrero del 2015, se llevaba a cabo en las instalaciones del centro escolar en donde asistía, un ciclo de conferencias sobre derechos humanos. En una de ellas, el ponente era el entonces Magistrado del Tribunal Unitario del XIV Circuito, don Pablo Vicente Monroy Gómez, quien fuera candidato a Ministro de nuestro máximo tribunal tan solo 3 años antes de esta experiencia. Su ponencia versaba sobre los diversos atropellos a los derechos humanos que el país reclamaba y sigue reclamando hasta ahora.  Quien escribe estas líneas, le preguntó al distinguido ponente respecto a la ineficiencia que presenta la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las reformas que son pertinentes para dotar a dicho ente de más fuerza en sus determinaciones, ya que como es de todos conocidos, sus alcances son de meras “recomendaciones”, más no órdenes. El magistrado, respondió que, a pesar de los avances en esta materia, la referida institución era “un león sin garras ni dientes”. Ciertamente, dicha analogía nos evoca la imagen de un león, que por más salvaje y poderoso que pueda ser, pero sin garras ni dientes, no tendrá el mismo poderío para imponer su fuerza ante sus presas.

Ahora bien, así como en México tenemos un ente defensor de los derechos humanos y el mismo resulta ser una autoridad que no puede ejercer su coacción y fuerza como debería en temas de derechos humanos, por las mismas limitantes que la ley le impone, a nivel internacional existe otro “león” sin garras ni dientes, que por más salvaje que pueda ser, en este momento no tiene la fuerza que debería. Su nombre es, la Organización de las Naciones Unidas.

ONU: qué es, objetivos, países integrantes y características

Me resulta interesante invocar este tema, siendo que la historia nos demuestra que cada vez que se presenta un problema de alcances globales en el mundo, el derecho internacional público se activa en el modo de la formación y alineación del orden mundial, siendo que actualmente el mundo se enfrenta a una contingencia sanitaria que ha sido calificada como una de las mayores amenazas a las que este mundo se ha enfrentado.  A mi consideración, entra en juego de manera directa algunas de las premisas que tienen su origen en la Teoría del Contrato Social, respecto a la conformación del estado y del sometimiento de los gobernados al mismo, en atención a las necesidades sociales y económicas que concurren en el planeta. La historia no miente.

El año 1914 fue un año especial. Por primera vez en la historia, se presentaba una amenaza de alcances globales. Dicha situación fue denominada la “Gran Guerra” y sería renombrada años después como la Primera Guerra Mundial. Tal estado de guerra mundial causó la muerte de millones de personas, así como millones más sin casas, empleos y una economía deplorable. En junio de 1919, varios países suscribieron el famoso Tratado de Versalles conformando la denominada “Sociedad de Naciones”. La idea era que la unión mundial de los países garantizara la paz y seguridad que el mundo pretende.

La Sociedad de Naciones fue una bestia sin garras ni dientes, no sirvió de nada. Años después, Alemania y su Tercer Reich se convirtieron en una potencia y dieron inicio a la llamada Segunda Guerra Mundial. Nuevamente y por segunda ocasión, el mundo se enfrentaba a una amenaza, la cual resulto ser una masacre de personas inocentes y un cruel atropello a los derechos humanos de millones de personas. Como resultado de esto, se formó en 1945 la sucesora de la anterior Sociedad de Naciones, ahora denominada Organización de las Naciones Unidas. Prácticamente es el mismo animal, pero con otro nombre.

La idea y objeto de dicha entidad internacional es preservar la paz y seguridad del planeta entero, así como sostiene la idea de que todas las naciones pueden unirse para luchar con un objetivo común. Dichas premisas no son para nada incorrectas, está claro que todos anhelamos vivir en paz y seguridad. Sin embargo, estoy convencido de que la ONU nunca lo va a lograr, ya que la realidad es que dicho organismo no tiene poder propio, resulta ser una bestia sin garras ni dientes, y por tanto, no podrá ejercer su coacción y sus políticas a menos que las naciones que le han dado vida, le den su poder.

El Derecho Internacional Público se sostiene entre otras premisas, que a través de acuerdos internacionales se puede sostener las relaciones entre las naciones y todo desemboca en el hecho de que la ONU es la cristalización de ese sueño. Sin embargo, la ONU no tiene poder ni fuerza mientras dichos gobiernos no le otorguen las armas que necesita para poder imponer sus ideales.

El proyecto de Declaración Política de la RAN de la ONU sobre ENT ...

Por eso, hoy día, que nos enfrentamos a una nueva crisis mundial, en razón de la contingencia actual, he podido leer diversos artículos de políticos, especialistas, y periodistas que comulgan en una idea, en cuanto a que se necesita un nuevo orden mundial en el que la ONU sea protagonista y para ello, todas las naciones del mundo deberán entregarle poder, de lo contrario, no podrá imponer sus políticas e ideales. Sin embargo, lo anterior, no es fácil, ya que implicaría que las naciones cedan poder a un ente internacional, socavando la idea de la soberanía nacional. Lo anterior, sería un excelente tema de debate respecto a los alcances que una medida así traería al mundo.  Mientras tanto, la ONU es un mero espectador más de la crisis mundial, sin perjuicio de que movilice recursos a través de sus diversas subsidiarias, porque a fin de cuentas, todos esos recursos vienen de las mismas naciones.

Lo cierto es que la amenaza que enfrenta el mundo en este momento es una de las muchas que vienen. Todo indica que habrá tribulaciones mayores y la única manera aparente de que el mundo pueda sostenerse, es que de verdad exista unión entre las naciones. Muchos creen que la ONU es la solución y en un momento dado, estoy convencido de que las naciones se darán cuenta de esta opción y emplearan todos los conceptos del Derecho Internacional Público para fortalecer a ese organismo. Creo firmemente que las naciones creerán que han alcanzado su objetivo de paz y seguridad, pero también creo firmemente que no servirá para nada. Se necesita mucho más para erradicar los problemas milenarios del mundo y por eso, estoy convencido de que ni siquiera la ONU con todo su “poder”, logrará solucionar los problemas del hombre. Tiempo al tiempo. 


Licenciado David Uicab Pacheco.

Asociado de la Firma de Abogados Macari & Góngora S.C.P. Oficina en Mérida.




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